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viernes, 22 de febrero de 2008

La tortilla balcánica



La habilidad del periodista de hoy en día consiste, salvo raras excepciones, en hacer creer a la gente lo que lee. Los medios de comunicación, esas armas de destrucción masiva que nadie entiende como un verdadero misil apuntado directamente sobre nuestros rostros, se alejan cada vez más del periodismo constructivo. Repito, salvo contadas “anomalías”.

Uno puede recientemente abrir cualquier diario, pongamos, de la edición del pasado 17 de febrero. Seguramente Kosovo y su lucha copen los titulares de ese o cualquier otro día de aquella semana no muy lejana. Mi particular puntilla sobre esas noticias quiero clavarla sobre quien escribe independencia, a lo loco, pensando en la ineptitud del lector o, más penoso si cabe, ocultando la suya propia. Uno puede mezclar independencia, secesión y autodeterminación con la misma facilidad que se pueden mezclar huevos, patatas y una pizca de sal, sólo que, ni Kosovo es una tortilla; ni nosotros, lectores de información manipuladora, esperamos tal mezcla de ingredientes.

Por eso, aprovecho la oportunidad que me da Dekadencia Sonora y la Asociación Central Punk para apuntar algunos esbozos de lo que podemos esgrimir cuando hablemos de este tema tan delicado en nuestras tertulias cotidianas. Nunca está de más un puñado de conocimiento…

En primer lugar, diferenciemos los ingredientes de esta receta balcánica. Indispensable es tener cerca un manual de autodeterminación, que no es más que el derecho de todo pueblo a decidir, por si mismo mediante referendo, la posibilidad -sólo eso- de separarse de la soberanía del anterior Estado Nacional al que estaba supeditado. No implica, esto es importante, la independencia. Por tanto, autodeterminación, stricto sensu, no es más que un derecho potestativo reconocido por la comunidad internacional desde 1960, fecha hasta la cual sólo era un principio, y no un derecho. La tara está en que parece ser reconocida sólo para ciertos pueblos.

Independencia, en su significación clásica desde el punto de vista del derecho internacional, viene precedida de una guerra de liberación, donde el pueblo liberado se enfrenta al anterior Estado, cuya integridad queda mermada. No obstante, la independencia puede venir avalada por la vía pacífica, mediante la ejecución del anterior derecho de autodeterminación. Digamos que la independencia es un tipo concreto de autodeterminación.
Si antaño se reconocía éste como un derecho natural de todo pueblo, hoy día se impone a la independencia el requisito del reconocimiento de terceros: bien por parte de la ONU, bien por parte del Estado cuya integridad territorial se pone en cuestión.

Aquí llega el punto más complicado en la cocción de esta tortilla que nos intentan vender. Si es sabido que Serbia, anterior soberano en Kosovo, no reconoce la decisión tomada por ésta; y que el Consejo de Seguridad de la ONU ha sufrido graves discrepancias con respecto a este tema… ¿Por qué desde los aparato informativos de la sociedad nos intentan convencer de la independencia de Kosovo? ¿No sería más correcto anunciar su separación de Serbia, y explicarnos las vicisitudes de estos complejísimos procesos político-sociales?

Por eso existe la palabra secesión, que no sucesión -lo que ocurrirá con Felipe y sus vástagos si nadie lo remedia a tiempo-. La secesión requiere de la previa existencia de un Estado Confederado o Federado, donde uno de sus Estados Federales expresa su voluntad de separación, unilateralmente. Sin ese requisito de reconocimiento de terceros concretos que apunté para la independencia.


Esbozados los conceptos anteriores, es banal señalar la dificultad de batir esta tortilla sin confundir los ingredientes. Porque en Kosovo, efectivamente, ha habido una voluntad unilateral de separarse de Serbia. Es cierto que desde 1990 no es un Estado Federal, sino una Provincia Autónoma, pero hasta la Guerra de los Balcanes fue una de las unidades federales de la República Federal Socialista de Yugoslavia. No es menos cierto que independencia y secesión son fácilmente confundibles, pero por ello merece la pena conocer sus peculiaridades antes de devorar los titulares de la prensa más comercial de la era globalizada.

No quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar otro tipo de tortillas, por si alguna vez escucháis sus nombres. Kosovo es sólo una de tantas regiones del Mundo donde el derecho a la autodeterminación, cada una con sus propias vicisitudes, puede llevar a la creación de nuevos Estados. Decía, no os pille de sorpresa si en cualquier ocasión oís hablar de la lucha independentista, o secesionista en algunos casos, en Somalilandia o Puntland (Somalia), Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán), Guadalupe (Francia) o la República Turca el Norte de Chipre. Es interesante detenerse a estudiar cada uno de estos casos por separado y observar el reconocimiento que estos territorios reciben por parte de la llamada comunidad internacional. Más que interesante, resulta imprescindible, a partir de ahora, tomar con recelo cada noticia que escuchemos y evaluarla según estos básicos conocimientos que acaban de ser anotados. Porque la realidad puede ser muy distinta según quien haga su narración.

Y, por supuesto, según quien engulla la receta. Cuidado con la tortilla. No se me vayan a atragantar.


Víctor Barranco García
Dekadencia Sonora


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