Cabestro.
Es un arrebato
que me da al pensarte:
escapar de esta mediocridad.
Sueño un camino pequeño,
que olvidar
no es nada
comparado con las huellas
de tus pisadas.
Sueño un largo recorrido
en Sol menor y el sueño me vence.
No creo aceptar
nada de lo que argumentes
para ladrar,
sólo sabes gemir de placer.
Tengo un cabestro
encerrado entre
las piernas
y un funeral en el cerebro,
tengo el equilibrio que merezco,
y en la cara,
ya sin flor,
un negro almendro.