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miércoles, 7 de febrero de 2007

El poder de los símbolos (I)

Introducción

Símbolo: “Representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ésta por una convención socialmente aceptada”.

Así define el diccionario de la Real Academia la palabra símbolo. En otras palabras, es la “cosa” que usamos para representar o evocar a otra. Los símbolos siempre han existido; cada cultura se empapa de ellos. Algunos de estos símbolos sobreviven, en contra de lo que muchas personas piensan, desde épocas remotas. Oros, más recientes, luchan por salir airosos en una batalla por convertirse en santo y seña de la actual cultura -¿quién no ha escuchado alguna vez eso de “la cultura de la Coca-Cola?-.

Lo que sí está claro es que, cuando el símbolo se extiende, el poder que otorga a quien lo maneja es increíblemente amplio. Pensemos, por ejemplo, en los diferentes símbolos religiosos que afloran en la Iglesia Catolica. Muchos de ellos, paradójicamente, proceden de antiguos ritos paganos, pero la Iglesia logró convertirlos en símbolos de la fe cristiana y el poder que hoy en dia representan es imposible de desmontar. En esta época en la que la polémica está servida en el Vaticano por la difusión de la obra El Código da Vinci, del estadounidense Dan Brown, quisiera estudiar parte de dichos símbolos a través, precisamente, de la trama de dicha novela.

Por último, y teniendo en cuenta que los símbolos pueden formar culturas, y que cada una de ellas posee símbolos distintivos propios, no quiero dejar pasar la oportunidad de estudiar diversos fenómenos, en cierta manera actuales, como el indigenismo -o más bien, sus reivindicaciones culturales- o los diferentes nacionalismos, a partir de este “baile” entre culturas dominantes y subculturas.

Sin más, comenzaré mi estudio.


1. Símbolos divinos. El origen del Universo

Nuestra sociedad actual tiene la horrible costumbre de considerar al hombre superior a la mujer. Alejándome de realizar un análisis moral o ético de esta premisa, me limitaré a poner de manifiesto el origen la misma, así como su relación con la mitología y con el poder actual de la Iglesia Católica.

En efecto, llevamos muchos siglos viviendo bajo una sociedad patriarcal. Al contrario de los que muchos pueden pensar, esto no ha sido siempre así. Las antiguas leyendas narran la creación del Universo desde la supremacía de la divinidad femenina. Así, cuando la mitología habla de Gea como creadora del Mundo, no estamos hablando más que de la Madre Tierra, la Naturaleza creadora de todo. Nuestros remotos antepasados utilizaban la fertilidad como símbolo de poder: el más poderoso sería quien tuviera el don de la fecundidad. Mientras se pensaba que el hombre no jugaba ningun papel en esta tarea, a la mujer se le asignaba el poder; cuando se descubrió que el hombre, a traves de la unión sexual, participaba en la fecundación, la sociedad dio un brusco giro. Ahora, el hombre quiere controlar no sólo su descendencia, sino también a la mujer que se la proporcionará.

Mitológicamente, Tesiodo nos explica este cambio con la aparición de Urano, símbolo del hombre, dominando a Gea. Así, lo masculino empezará a dominarlo todo. A imitación de la naturaleza, como el cielo (símbolo de lo masculino) sujeta a la Tierra (lo femenino), el hombre debe someter a la mujer e imponerse sobre ella. Sin embargo, no es hasta que surge Zeus, símbolo de la dominación del hombre en todo el mundo occidental, cuando la cultura comienza a desarrollar ampliamente una sociedad patriarcal. Paralelamente a estos cambios, se desarrollan nuevos símbolos de este poder del hombre: el cetro, el año solar de 12 meses para sustituir al lunar de 13 o el obelisco -importante representación falica-

Cuando la Iglesia comienza a desarrollar su poderío, lo hace sobre unos pilares fuertes en forma de símbolos, tratando de restar importancia al papel de la mujer: así, se les rechaza para ejercer el sacerdocio o se les culpa de cometer el pecado original. El único símbolo de divinidad femenina en la Iglesia Católica, la Virgen, es un resquicio del antiguo poder de la mujer que los eclesiásticos fueron incapaces de eliminar y que, de hecho, tuvieron que potenciar en el siglo XIII para contrarrestar los cultos a Gea de otras religiones. Actualmente podemos observar esa fuerza en la celebración de las romerías, fiestas en torno a la divinidad de una Virgen.

Más curioso incluso puede resultar descubrir que muchos de los símbolos que se relacionan con la Iglesia provienen de ritos paganos mucho más antiguos. Como ejemplo, basta mencionar la cruz, que ya existia en culturas paganas como Egipto, Persia o Mesopotamia, donde simbolizaba la virilidad masculina.
Existen muchas teorías y conjeturas sobre numerosos símbolos, incluso dentro de la Iglesia, que delatarían una mayor importancia de la divinidad femenina. Dan Brown, en El Código da Vinci, hace un buen repaso de todos ellos. Aparecen en esta obra símbolos como el cáliz, el pentáculo y el culto a la Naturaleza o diversos rituales paganos que demostraban el verdadero poder de la mujer. Sean verdaderos o no, lo cierto es que, en sus orígenes, la Iglesia aprovechó el poder del hombre para afianzar su poderío y eliminar cualquiera de estos símbolos que representaban la divinidad femenina.

Actualmente, los nuevos sistemas de fecundación y los métodos anticonceptivos están confiriendo a la mujer un cierto control sobre la fertilidad, lo que podría ser una de las causas de los avances de la mujer en la lucha por alcanzar una igualdad plena entre sexos. Por extraño y obsoleto que parezca, el poder de los símbolos es, actualmente, igual de importante que en la antigüedad, aunque quizá no queramos reconocerlo.

(sigue) ----------->

® EL HUMANISTA DE LA REVISTA

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